Vertiginosos, rápidos e incesantes son los días en la selva cuando se vive por encima de los suelos y en lo alto de los árboles, totalmente diferente a la calma de dentro de los ríos. Tal es el caso del mono maicero, cuyo ritmo de vida es tán rápido que no es raro verlo saltar de una rama a otra, siempre agitado por encontrar algo que comer o distraído por una de las otras miles de especies de animales en el Amazonas Colombiano.

Son precisamente esas cualidades las que lo convierten en un incansable repartidor de semillas. Lleva frutas en las manos y las deja caer al suelo muy lejos de dónde las encuentra, o dependiendo de la fruta escupe las semillas a grandes distancias, especialmente la del Açaí, y sin otra motivación más que saciar su hambre termina convirtiéndose en uno de los regeneradores de la selva.